domingo, 11 de septiembre de 2016

La muerte de Antón Félix, nonagenario

Antón Félix pasó sus últimos tres días tumbado en la cama del hospital comarcal. Fulminado por un ictus en uno de sus paseos matutinos, Antón perdió la conciencia del ser casi en su totalidad. Percibía rumores, levísimos contactos. Y temblaba tal que, entre las sábanas blancas arrugadas, más parecía un pajarico abandonado en el nido. En esos tres días la piel se le adhirió al esqueleto y sólo un eco sordo como de motor ahogado lo hacía en el mundo de los vivos. A las 15.30 horas de la tarde del tercer día abrió la boca y se dejó ir.


Suele ocurrir

Algunos recuerdos asaltan por sorpresa,
escuecen como saetas envenenadas.
Duelen con ese doler de la memoria
que criba, escoge, aumenta y distorsiona.
y, como una pesadilla interrumpida,
se quedan tras los párpados
hasta que alguna realidad casual
(quizás el timbre)
los espanta.
Por un tiempo.