martes, 24 de marzo de 2015

Tras los años


El tiempo crece marchito
pese al repiqueteo de las primaveras
contra los cristales.
Lejos ya tu cuerpo del columpio vacío,
le salió tristeza a la huerta y al membrillo.
Nuestros días son las tareas
y el oficio de estar vivos.        


(poema de EL DOLOR DE LA IGUANA, elegía 3.0)


                     

lunes, 9 de marzo de 2015

La circunferencia


Teresita Guillén
tiene
un papá poeta,
un piano de seis notas
y unos versos de Federico.

En la tarde vallisoletana
Mademoiselle Teresita
toca su teclado en francés.
Para, niña, tus manos.
Para y escucha ese llanto.
Desvalidos y ancianos
lloran y lloran dos lagartos.
Han perdido su anillo, Teresita, 
Que era su anillito de bodas,
ay, que era su anillito plomado.


Perdido en un fractal


A la tarde
el colegio era una digestión lenta.
Languidecía el sol por la ventana
mientras el calor del serrín quemado
nos coloreaba los mofletes
y se acomodaba sobre los párpados.
Siempre quedaba en el cuaderno
alguna multiplicación espesa.
Doce mil cuatrocientos siete
por quinientos veinteitrés.
Inevitablemente, las dos
del siete por tres veintiuno
me las llevaba lejos, lejos,
y, a falta de musarañas, 
me quedaba colgado en una ilustración 
de láminas escolares santillana
donde un niño dibujaba en la pizarra
a un niño dibujando en la pizarra
otro niño que dibujaba en la pizarra
a lo que ya no se distinguía
pero yo sabía que con certeza 
(y un microscopio) sería
otro niño que...
Mi camino hacia el infinito
era truncado por el silbido y posterior restallar 
de la regla de don Matías
cayendo contra la mesa.
Regrese Jiménez, regrese.