miércoles, 4 de octubre de 2017

Siembra tu voz, amor

Yo haré guirnaldas de colores
y las colgaré en las azoteas.
Haremos música de fiesta.
Haremos risa y velas en los rincones.
Vendrán los pájaros, vendrán, curiosos.
Vendrán los perros, vendrán.
Un gran lebrillo con vino y fruta fresca.
Y yo también sembraré mi voz
entre los perlados hilos de araña de las ramas del naranjo.
O tal vez, bajo el membrillo.
Se acercará, turbada, la madrugada a vernos sembrar los surcos abiertos.
Sólo así, amor, sólo así,
llegará la fiesta de la cosecha.




lunes, 14 de agosto de 2017

Verano II. Victorias sobre el tiempo

Otras veces, verano es correr en calzoncillos y bragas alrededor de la abuela que está barriendo la peana mientras se seca el suelo de la casa. Luego volcará el cubo en el cemento seco de la calle y quedarán impregnados el aire y la memoria de un rutilante olor azul a mañana, a seguridad.


viernes, 28 de julio de 2017

A día de hoy

A día de hoy,
creo que,
hay urgencia de versos en los acorazados.



viernes, 14 de julio de 2017

Floridablanca

Partí un trocito de pan y eché las migas por el jardín. Comed hijos, dije en voz baja. Y avanzaron hacia mí los mirlos con sus saltitos inquietos. Algunos verdecillos (pecho amarillo) se unían al festín interrumpiendo su cortejo y dejando un tanto aturdida a la novia. Comed, hijitos. Claro que no eran mis hijos, ellos andaban lejos  ocupados en sus cosas de hijos, por eso yo me bajaba al jardín en esas horas de más que ahora les brotaban  a los días. Era mi lugar preferido.  La primera vez que llegué a Murcia fue para comprar mi vestido de comunión. El  renqueante autobús de Alcantarilla nos dejó allí y las balconadas de la plaza Camachos fueron mi primera instantánea. El Jardín de Floridablanca es Murcia  y si el pino canario hablara lo haría dejando los plurales abiertos. Comed, comed, que casi no  queda. Araceli pensó que ya era hora de llevar dentro a la señora Salud, pero, al igual que todas las tardes, la celadora dejó deslizar unos minutos más en el escueto porche de la residencia, viendo a la anciana feliz, con su inseparable bolsa  sobre el regazo, perdida en los últimos jardines de su memoria.



Este microrrelato forma parte de los seleccionados en el Certamen de Microrrelatos Jardín de Floridablanca organizado por el festival Al Sur del Barrio del Carmen y el proyecto I+D+i de la Universidad de Murcia "Espacio Público y Tejido Social. Prácticas colaborativas y arte contemporáneo en tiempos de crisis económica" 
(Nota: Las dos primeras frases son de la escritora Cristina Morano)

miércoles, 10 de mayo de 2017

Tras la caída del imperio del ladrillo






Casas como esqueletos
donde otrora hubo pinos.
Y ardillas. Gusanos y liebres.
Halcones, codornices, lagartos.

Oquedades de ladrillo
(como cuencas vacías)
por donde silba el aire del cántaro roto.
Una urbanización absolutamente innecesaria
asoma tras la curva, frente al río,
como un faraónico insulto a la tierra, a las raíces.
Al hombre bueno.

Ondean como enseñas
pellejos secos de testaferros,
comisiones, pagarés.
Ahí queda, como un esputo de hormigón,
la impronta de vuestra miseria.

Triste legado el nuestro.