La cama plegable estaba en la cámara
donde los trastos y los jamones.
De una alcayata colgaba siempre el mismo calendario
fuera el año que fuera.
O quizás siempre fue el mismo año.
Santa Lucía llevaba los ojos en una bandeja
y el almanaque irradiaba un incierto éxtasis technicolor.
A pesar del miedo
yo deseaba, más que nada, ser santa.
me gusta me gusta me gustaaaaa!
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