Yo haré
guirnaldas de colores
y las colgaré
en las azoteas.
Haremos música
de fiesta.
Haremos risa y
velas en los rincones.
Vendrán los
pájaros, vendrán, curiosos.
Vendrán los
perros, vendrán.
Un gran
lebrillo con vino y fruta fresca.
Y yo también
sembraré mi voz
entre los
perlados hilos de araña de las ramas del naranjo.
O tal vez, bajo
el membrillo.
Se acercará, turbada, la
madrugada a vernos sembrar los surcos abiertos.
Sólo así, amor,
sólo así,
llegará la
fiesta de la cosecha.
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