miércoles, 14 de marzo de 2018

No sé si volverán



Cuando el Flautista encontró a Mambrú, Hamelin quedaba ya lejos. El uno reparó en la flauta rabiosamente roída del otro y este no pudo por menos que fijarse en los maltrechos vendajes, aún húmedos de grana y oro, del joven soldado. Caminaron en silencio, les sobraban el tiempo y la decepción. La noche quiso ser meticulosa; el primer beso les dolió tan intensamente que recuperaron la vida.  Como diminutos rubíes, cientos de pares de ojos acechaban entre los helechos.






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