viernes, 14 de julio de 2017

Floridablanca

Partí un trocito de pan y eché las migas por el jardín. Comed hijos, dije en voz baja. Y avanzaron hacia mí los mirlos con sus saltitos inquietos. Algunos verdecillos (pecho amarillo) se unían al festín interrumpiendo su cortejo y dejando un tanto aturdida a la novia. Comed, hijitos. Claro que no eran mis hijos, ellos andaban lejos  ocupados en sus cosas de hijos, por eso yo me bajaba al jardín en esas horas de más que ahora les brotaban  a los días. Era mi lugar preferido.  La primera vez que llegué a Murcia fue para comprar mi vestido de comunión. El  renqueante autobús de Alcantarilla nos dejó allí y las balconadas de la plaza Camachos fueron mi primera instantánea. El Jardín de Floridablanca es Murcia  y si el pino canario hablara lo haría dejando los plurales abiertos. Comed, comed, que casi no  queda. Araceli pensó que ya era hora de llevar dentro a la señora Salud, pero, al igual que todas las tardes, la celadora dejó deslizar unos minutos más en el escueto porche de la residencia, viendo a la anciana feliz, con su inseparable bolsa  sobre el regazo, perdida en los últimos jardines de su memoria.



Este microrrelato forma parte de los seleccionados en el Certamen de Microrrelatos Jardín de Floridablanca organizado por el festival Al Sur del Barrio del Carmen y el proyecto I+D+i de la Universidad de Murcia "Espacio Público y Tejido Social. Prácticas colaborativas y arte contemporáneo en tiempos de crisis económica" 
(Nota: Las dos primeras frases son de la escritora Cristina Morano)

miércoles, 10 de mayo de 2017

Tras la caída del imperio del ladrillo






Casas como esqueletos
donde otrora hubo pinos.
Y ardillas. Gusanos y liebres.
Halcones, codornices, lagartos.

Oquedades de ladrillo
(como cuencas vacías)
por donde silba el aire del cántaro roto.
Una urbanización absolutamente innecesaria
asoma tras la curva, frente al río,
como un faraónico insulto a la tierra, a las raíces.
Al hombre bueno.

Ondean como enseñas
pellejos secos de testaferros,
comisiones, pagarés.
Ahí queda, como un esputo de hormigón,
la impronta de vuestra miseria.

Triste legado el nuestro.



domingo, 11 de septiembre de 2016

La muerte de Antón Félix, nonagenario

Antón Félix pasó sus últimos tres días tumbado en la cama del hospital comarcal. Fulminado por un ictus en uno de sus paseos matutinos, Antón perdió la conciencia del ser casi en su totalidad. Percibía rumores, levísimos contactos. Y temblaba tal que, entre las sábanas blancas arrugadas, más parecía un pajarico abandonado en el nido. En esos tres días la piel se le adhirió al esqueleto y sólo un eco sordo como de motor ahogado lo hacía en el mundo de los vivos. A las 15.30 horas de la tarde del tercer día abrió la boca y se dejó ir.


Suele ocurrir

Algunos recuerdos asaltan por sorpresa,
escuecen como saetas envenenadas.
Duelen con ese doler de la memoria
que criba, escoge, aumenta y distorsiona.
y, como una pesadilla interrumpida,
se quedan tras los párpados
hasta que alguna realidad casual
(quizás el timbre)
los espanta.
Por un tiempo.


martes, 26 de julio de 2016

Día del libro, contamos


En Entre Culturas, repartiendo escamas de Pez Arcoiris visitamos un montón de coles 




En CEIP  La Olivarera, libros, libros y más libros. Cada uno con su pequeño tesoro.



martes, 10 de mayo de 2016

En Matematicalia
los poetagóricos
andan buscando hipotemusas
(pero se pierden
entre ramas hiperbólicas).