martes, 24 de febrero de 2015

dedicado a mis compañeras de infancia

Contra la reja de nudo del balcón
de la casa frente al colegio
chirría el fósforo del cartel plastificado.
Se vende.
El ocre desconchado de la pared
se difumina
derrotado.
Se vende.
Como un latigazo en la memoria
una falla angosta
cruza la doble puerta de madera
-otrora bullicioso hervidero de niñas de uniforme-
y, junto a la impertérrita ausencia del viejo Marcos,
un agujero negro
se traga los chicles cheiw,
los chicles niña,
los polos de palo
y los fresones de gominola.
Cuando una peseta
era el precio de la felicidad
no había bazares chinos
ni letreros amarillos insultando la fachada.
Ni dolor en la retrospectiva.
Todo, entonces,
era presente.



2 comentarios:

  1. Muchas gracias Julia,
    Tus palabras siempre tienen sabor y en este caso el de una gominola de la infancia. Ha sido un lujo vivir la niñez contigo y seguir compartiendo hasta hoy día momentos especiales. Espero con impaciencia los que quedan por venir . Un beso. BdB

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  2. Precioso, nostálgico. Duele. Entonces era imposible concebir este sentimiento capaz de hacernos esbozar una sonrisa y derramar una lágrima al tiempo. Tú tienes el don de revivírnoslo a través de tu poesía.

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